sábado, 12 de agosto de 2017

Escuela Austriaca de Economía II.

GÉNESIS, ESENCIA Y EVOLUCIÓN DE LA

ESCUELA AUSTRIACA DE ECONOMÍA

Jesús Huerta de Soto
CAPITULO I. Segunda Parte

(Comentarios de Juan Carlos Luna Aguilera)


La teoría austriaca del Capital y el Interés:

    El siguiente impulso más importante desarrollado en la Escuela Austriaca después de Carl Menger se lo debemos a su más brillante alumno, Eugen von Böhm-Bawerk (1851-1914), llego a ser ministro de gobierno del Imperio Austro-Húngaro.  La obra cumbre de este defensor de la Escuela de Economía Austriaca en “Capital e Interés”.  Donde destruye todas las teorías anteriores a los orígenes del Capital y el Interés, siendo especialmente acertado en su análisis crítico de la teoría marxista de la explotación y de las teorías que consideran que el interés tiene su origen en la productividad del capital, elaborando además toda una nueva teoría sobre el surgimiento del interés basada en la realidad subjetiva de la preferencia temporal.

En efecto, dado que el ser humano, cuando actúa, en igualdad de circunstancias, pretende lograr temporalmente sus fines cuando antes, solo estará dispuesto a posponer la consecución de los mismos en el tiempo si es que con ello piensa que podrá lograr fines de más valor.  Dicho de otra forma, el individuo por lógica, en igualdad de condiciones, leyes y oportunidades, siempre deseará más lograr sus metas en el presente o al menos en el menor tiempo posible que lograrlos en el futuro.

De manera que solo estará dispuesto a posponer la consecución de sus fines en el tiempo si es que con ello piensa lograr un valor diferencial mayor que es el que, en última instancia, explica el surgimiento, como precio de mercado de los bienes presentes en función de los bienes futuros, de la tasa social de preferencia temporal o interés.

El Coste como concepto subjetivo:

     Otro teórico de la Escuela Austriaca al que a menudo se menciona es Friedrich von Wieser (1851-1926), catedrático primero en Praga y luego en Viena. Aunque debemos a Wieser algunas aportaciones de interés, entre las cuales sobresale el desarrollo de la mengeriana concepción subjetivista del coste como el valor subjetivo que el actor da a aquellos fines a los que renuncia al actuar (concepto de coste de oportunidad).

Siempre que el actor se da cuenta de que desea un cierto fin y descubre y selecciona unos determinados medios para alcanzar ese fin, simultáneamente renuncia a lograr otros fines distintos que para él ex ante tienen un valor menor, y que cree que podrían alcanzarse utilizando alternativamente estos mismos medios a su disposición. Denominamos coste al valor subjetivo que el actor da a los fines a los que renuncia cuando decide seguir y emprender un determinado curso de acción.   A Wieser debemos, no obstante, el termino de “utilidad marginal” o “fronteriza” que él utilizo por primera vez.

No podemos negar que, toda acción implica siempre una renuncia, esto debido a que para seleccionar un interés A, fue necesario hacerlo en contra de un interés B.

No existen, por tanto, costes objetivos que determinen el valor de los fines, sino que la realidad es justo la contraria: los costes como valores subjetivos se asumen (y, por tanto, vienen determinados) en función del valor subjetivo que los fines que realmente se persiguen (bienes finales de consumo) tienen para el actor. Para los economistas austriacos son los precios de los bienes finales de consumo, como plasmación en el mercado de las valoraciones subjetivas, los que determinan los costes en los que se está dispuesto a incurrir para producirlos, y no al revés.

Ludwing von Mises y la teoría del dinero, del crédito y de los ciclos económicos:

     En 1912 publico la primera edición de su primer libro importante de economía, La teoría del dinero y del crédito.  En esta obra Mises da un gran paso adelante y hace avanzar el subjetivismo de la Escuela Austriaca aplicándolo al campo del dinero, fundamentando su valor en base a la teoría de la utilidad marginal.  Además, Mises por primera vez soluciona el problema, aparentemente insoluble, del razonamiento circular que hasta entonces se pensó que existía en relación con la aplicación de la teoría de la utilidad marginal al dinero.

El precio o poder adquisitivo del dinero viene determinando por su oferta y demanda; la demanda de dinero, a su vez, la efectúan los seres humanos, no basándose en la utilidad directa que el mismo proporciona, sino en función, precisamente, de su poder adquisitivo.

Mises resuelve este aparente razonamiento circular mediante el teorema regresivo del dinero.  De acuerdo con este teorema, la demanda viene determinada no por el poder adquisitivo de hoy (lo cual daría lugar al mencionado razonamiento circular), sino por el conocimiento que se formó el actor sobre el poder adquisitivo que el dinero tuvo ayer.  A su vez, el poder adquisitivo de ayer vino determinado por una demanda de dinero que se forma sobre la base del conocimiento que se tenía respecto de su poder adquisitivo de anteayer; así sucesivamente, hasta llegar a aquel momento de la historia en el que, por primera vez, un determinado bien comenzó a tener demanda como medio de intercambio. Se trata, en suma, del mismo proceso teórico descubierto por Menger del surgimiento espontaneo del dinero, pero aplicado hacia atrás en el tiempo.   

Mises desarrollo de una notabilísima teoría de los ciclos económicos, que con el tiempo vendría a ser conocida con el nombre de “teoría austriaca del ciclo económico”. En efecto Mises, aplicando las teorías monetarias de la Currency School a las teorías subjetivistas del capital e interés de Böhm-Bawerk, se dio cuenta de que la concesión expansiva de créditos sin respaldo de ahorro efectivo a que daba lugar el sistema bancario basado en un coeficiente de reserva fraccionaria dirigido por un banco central, no solo generaba un crecimiento cíclico y descontrolado de la oferta monetaria, sino que también, al plasmarse en la creación de créditos a tipos de interés artificialmente reducidos, inexorablemente daba lugar a un alargamiento ficticio e insostenible de los procesos productivos, que tendían así a hacerse de forma indebida excesivamente intensivos en capital.   La amplificación de todo proceso inflacionario mediante la expansión crediticia, tarde o temprano, de manera espontánea e inexorable, habrá de revertirse, dando lugar a una crisis o recesión económica en la que los errores de inversión se pondrán de manifiesto y surgirá el para masivo y la necesidad de liquidar y reasignar todos los recursos erróneamente invertidos.   El desarrollo por Mises de la teoría del Ciclo hizo que, por primera vez, se integraran plenamente los aspectos micro y macro de la teoría económica, y que se dispusiera de un instrumental analítico capaz de explicar los fenómenos recurrentes de auge y depresión que afectaban al mercado intervenido. No es de extrañar, por tanto, que Mises fuera el principal impulsor de la creación del Instituto de Coyuntura Económica, al frente del cual estuvo como director en un primer momento F. A. Hayek, y que este Instituto fuera el único capaz de predecir el advenimiento de la Gran depresión de 1929, como inexorable resultado de los desmanes monetarios de los felices años 20 que siguieron a la Primera Guerra Mundial.

El análisis teórico sobre la imposibilidad del socialismo:

     La tercera gran aportación de Mises fue su teoría sobre la imposibilidad del socialismo.  Para Mises, tal imposibilidad, desde la óptica del subjetivismo austriaco, era algo evidente.  Si la fuente de todas las voliciones, valoraciones y conocimientos se encuentra en la capacidad creativa del ser humano actor, todo sistema que se base en el ejercicio de la coacción violenta contra el libre actuar humano, como es el caso del socialismo, impedirá el surgimiento de la información necesaria para coordinar la sociedad. Mises se dio cuenta de que el cálculo económico, entendido como todo juico estimativo sobre el resultado de los distintos cursos o alternativas de acción que se abren al actor, exigía disponer de una información de primera mano y devenía imposible en un sistema como el socialista, que se basa en la coacción e impide, en mayor o menor medida, el libre intercambio voluntario (en el que se plasman, descubren y crean las valoraciones individuales) y el dinero entendido como medio de intercambio comúnmente aceptado.   Por tanto, concluye Mises, allí donde no existía libertad de mercado, precios monetarios de mercado libre y/o dinero, no es posible que se efectué calculo económico “racional” alguno, entendiendo por racional el cálculo efectuado disponiendo de la información necesaria (no arbitraria) para llevarlo a cabo.  Las ideas esenciales de Mises sobre el socialismo fueron ampliadas en su gran tratado crítico sobre este sistema social publicado en 1922.

El socialismo de Mises fue una obra que alcanzo una extraordinaria popularidad en la Europa Continental y que tuvo, entre otras consecuencias, el resultado de hacer que teóricos de la talla de F. A. Hayek, inicialmente un socialista Fabiano, Wilhelm Röpke y Lionel Robbins cambiasen de opinión a partir de entonces y se convirtieran al liberalismo.   Además, esta obra fue el comienzo de la segunda gran polémica en la que se han visto implicados los teóricos de la Escuela Austriaca, la polémica sobre la imposibilidad del cálculo económico socialista.

La teoría de la función empresarial:

La consideración del ser humano como protagonista esencial e ineludible de todo proceso social constituye la esencia de la cuarta aportación de Mises al campo de la Ciencia Económica.   Mises se da cuenta de que la economía, que en un principio había surgido centrada en torno a un tipo ideal histórico en el sentido de Max Weber, el homo economicus, gracias a la concepción subjetivista iniciada por Menger, se generalizaba y convert5ia en toda una teoría general de la acción humana (praxeología).  Las características esenciales de la acción humana son estudiadas con detalle en la obra cumbre de Mises, su tratado de economía titulado, precisamente, La Acción Humana y cuya primera versión en alemán apareció en 1940.  Mises considera que toda acción tiene un componente empresarial y especulativo, desarrollando una teoría de la función empresarial, entendida como la capacidad del ser humano para crear y darse cuenta de las oportunidades subjetivas de ganancia que surgen en su entorno actuando en consecuencia para aprovecharlas.  Esta teoría de la función empresarial ha sido desarrollada en los años más recientes por uno de los alumnos más brillantes de Mises, Israel M Kirzner.


La capacidad empresarial del ser humano no solo explica su constante búsqueda y creación de nueva información respecto de los fines y los medios, sino que es la clave para entender la tendencia coordinadora que surge en el mercado de forma espontánea y continua cuando no se le interviene. 

sábado, 5 de agosto de 2017

Escuela Austriaca de Economía I.



GÉNESIS, ESENCIA Y EVOLUCIÓN DE LA ESCUELA AUSTRIACA DE ECONOMÍA

Jesús Huerta de Soto

CAPITULO I

(Comentarios de Juan Carlos Luna Aguilera)







Lo que distingue a la Escuela Austriaca y habrá de proporcionarle fama inmortal es precisamente el hecho de haber desarrollado una teoría de la acción económica y no de la “no acción” o “equilibrio económico”.
Ludwig Von Mises
Notes and Recollections
1978.

     En el recorrido del presente trabajo se desarrollará la evolución e influencia de la Escuela Austriaca de Economía, el trabajo se dividirá en tres partes, la primera analizara el origen y evolución histórica de la Escuela Austriaca; en la segunda parte se explicará los principios diferenciadores y en especial la teoría dinámica de la coordinación empresarial en los mercados, y para terminar estudiaremos de qué manera el programa de investigación de la Escuela Austriaca puede aplicarse fructíferamente y potenciar el desarrollo de las distintas y más importantes áreas de la Ciencia Económica.

I.                    El progreso histórico de formación de la Escuela Austriaca:

     La Escuela Austriaca de Economía nace en 1871, con la publicación del libro de Carl Menger quien vivió de 1840 a 1921, titulado Principios de Economía Política. Menger recoge una tradición estudiada, que en la Europa continental se remonta a los estudios de los escolásticos españoles de la Escuela de Salamanca.

La influencia intelectual de los teóricos españoles sobre la Escuela Austriaca no es una mera coincidencia o puro capricho de la historia, sino que tiene su origen y razón de ser en las intimas relaciones históricas, políticas y culturales que, a partir de Carlos V y de su hermano Fernando I, surgieron entre España y Austria, que habrían de mantenerse durante varios siglos, y en las que también jugó un papel importantísimo Italia, como puente cultural a través del cual fluían las relaciones intelectuales entre ambos extremos del imperio (España y Viena).

Menger, desde los inicios se dio cuenta que la teoría clásica de la determinación de los precios, tal y como la misma había sido elaborada por Adam Smith y sus seguidores anglosajones, dejaba mucho que desear.

A los 31 años de edad, como cuenta Hayek Menger escribió un libro que lo llevo a establecer los nuevos principios sobre los que él estimaba habría de reedificarse toda la Ciencia Económica.  Estos principios serán, esencialmente, el desarrollo de una Ciencia Económica siempre basada en el ser humano actor creativo y protagonista de todos los procesos y eventos sociales (subjetivismo), así como la creación, sobre la base del subjetivismo y por primera vez en la historia del pensamiento humano, de toda una teoría formal sobre el surgimiento espontaneo y evolución de todas las instituciones sociales.

El concepto de subjetivismo en la Escuela Austriaca: la concepción de la acción como conjunto de etapas subjetivas, la teoría subjetiva del valor y la ley de la utilidad marginal.

     La idea más importante de Menger radica en construir toda la economía partiendo del ser humano, actor creativo y protagonista de todos los procesos sociales.

Menger considera imprescindible abandonar el estéril “objetivismo” de la escuela clásica anglosajona, obsesionada por la supuesta existencia de entes externos de tipo objetivo, debiendo el científico de la economía situarse, por el contrario, siempre en la perspectiva subjetiva del ser humano que actúa, de manera que dicha perspectiva habrá de influir determinantemente e inevitablemente en la forma de elaborar todas las teorías económicas, en su contenido científico y en sus conclusiones y resultados prácticos.

Quizá una de las manifestaciones más típicas y originales de este nuevo subjetivismo que propone Menger haya sido su “teoría sobre los bienes económicos”. Para Menger, son “bienes económicos de primero orden” los bienes de consumo, es decir, aquellos que subjetivamente satisfacen directamente las necesidades humanas y, por tanto, constituyen, en el contexto subjetivo y especifico de cada acción, el fin último que el actor pretende alcanzar. Para lograr estos fines, bienes de consumo o bienes económicos de primer orden, es preciso haber pasado con carácter previo por una serie de etapas intermedias, que Menger denomina “bienes económicos de orden superior”, siendo el orden de cada etapa más elevado conforme más alejada se encuentre la misma del bien final de consumo.

La idea seminal de Menger es lógica ya que su concepción subjetivista, está dada por la visión que hay en todo ser humano de alcanzar fines que son de valor únicamente para él.  El individuo para alcanzar su propio fin, busca medios que le serán útiles para lograrlo.  Así, desde el punto de vista subjetivo del actor, por primera vez en la Ciencia Económica, y gracias a Menger, se teoriza sobre la base de un proceso de acción constituido por una serie de etapas intermedias que emprende, lleva a cabo y trata de culminar el actor hasta lograr el fin o bien final de consumo que se propone.

El subjetivismo explica la razón por la cual los austriacos dan una gran importancia al tiempo en el desarrollo de sus teorías, pero entendido no en el sentido meramente paramétrico, newtoniano, físico o analógico del paradigma neoclásico, sino en su concepción subjetiva y tal como es sentido y experimentado por el actor conforme actúa, es decir, proyecta, emprende y culmina cada una de las etapas de su proceso de acción.

Todo ser humano, por tanto, al actuar, pretende alcanzar unos determinados fines que habrá descubierto que son importantes para él.  Denominamos valor a la apreciación subjetiva, psíquicamente más o menos intensa, que el actor da a su fin; Medio es todo aquello que el actor subjetivamente cree que es adecuado para lograr el fin.  Llamamos utilidad a la apreciación subjetiva que el actor da al medio, función del valor del fin que el actor piensa que aquel medio le permitirá alcanzar. En este sentido, valor y utilidad son las dos caras de una misma moneda, ya que el valor subjetivo que el actor da al fin que persigue se proyecta al medio que cree útil para lograrlo, precisamente a través del concepto de utilidad.

La teoría subjetivista del valor y el descubrimiento de la ley de la utilidad marginal no son sino el evidente corolario de la concepción subjetivista del proceso de acción que debemos exclusivamente a Menger y que el ser humano actor, a lo largo de una serie de etapas, valora los medios en función del fin que cree que los mismos le permitirán alcanzar, efectuándose dicha valoración no de manera global, sino en función de las distintas unidades intercambiables de medio que sean relevantes en el contexto de cada acción concreta.

El actor tendera a valorar cada una de las unidades intercambiables de medio en función del valor que la última de ellas tenga en su escala valorativa, puesto que de perder una unidad o de lograr una unidad más de medio, la correspondiente utilidad que se pierda o gane vendrá dada en función del valor que en la escala valorativa individual tenga el fin que pueda perderse o ganarse como consecuencia de esa última unidad.

     Es muy significativo observar como Frank H. Knight juzga que la teoría de Menger sobre los bienes económicos de primer orden y de orden superior es una de sus aportaciones menos relevantes.

Esta afirmación de Knight pone de manifiesto las insuficiencias teóricas de su propio esquema conceptual, y en general de la Escuela de Chicago por él fundada, para la cual el proceso de producción es objetivo e instantáneo, el tiempo no juega ningún papel que no sea el meramente paramétrico, y la creatividad e incertidumbre propias de todo acto empresarial se encuentra eliminadas de raíz por el equilibrio ricardiano en el que centran sus, por tanto, forzosamente estériles investigaciones.   

La Escuela Austriaca, por tanto, la ley de utilidad marginal nada tiene que ver con la saciedad fisiológica de las necesidades ni con la psicología, sino que es una ley estrictamente praxeológica, es decir inserta en la propia lógica de toda acción humana.

La teoría económica de las instituciones sociales:

     La segunda aportación esencial de Menger consiste en haber explicado teóricamente el surgimiento espontaneo y evolutivo de las instituciones sociales a partir de la propia concepción subjetiva de la acción y de la interacción humanas.

     No hay que olvidar que el primer teórico en enunciar completamente la ley de la utilidad marginal, siguiendo la tradición subjetivista de los escolásticos españoles de los siglos XVI y XVII, fue el español Jaime Balmes, que 27 años antes que el propio Menger, no solo resolvió la paradoja del valor de los economistas clásicos ingleses, sino que además expuso con todo detalle la teoría subjetiva del valor basada en la utilidad marginal en su notabilísimo artículo publicado el 7 de septiembre de 1844, titulado “Verdadera idea del valor o reflexiones sobre el origen, naturaleza y variedad de los precios”.

Menger descubre que el surgimiento de las instituciones es el resultado de un proceso social constituido por una multiplicidad de acciones humanas y liderado por una serie de seres humanos concretos de carne y hueso que, en sus circunstancias históricas particulares de tiempo y lugar, son capaces de descubrir antes que los demás que logran más fácilmente sus fines realizando determinados comportamientos pautados.

Aunque Menger desarrolla su teoría aplicándola a una institución económica concreta, la del surgimiento del dinero, también menciona que el mismo esquema teórico esencial puede aplicarse, sin mayores dificultades, a las instituciones jurídicas y también al surgimiento y evolución del lenguaje.

Esto tiene relevancia ya que se demuestra que las instituciones sociales más importantes y esenciales para la vida del hombre en sociedad no han podido ser creadas deliberadamente por el hombre mismo, por carecer este de la necesaria capacidad intelectual para asimilar el enorme volumen de información dispersa que las mismas conllevan, sino que han ido surgiendo de forma espontánea y evolutiva del proceso social de interacciones humanas y para Menger y los austriacos constituye el campo que ha de ser el objeto de investigación de la Ciencia Económica.

     El propio Menger expresa de la siguiente manera la pregunta que pretende contestar en su programa de investigación científica para la economía: ¿Cómo es posible que las instituciones que mejor sirven al bien común y que son más extremadamente significativas para su desarrollo hayan surgido sin la intervención de una voluntad común y deliberada para crearlas?

Causo a Menger gran frustración que su aporte no fuese comprendido por los teóricos de la Escuela Histórica alemana, suponiendo estos que la teoría de Menger era un desafío al historicismo.  Surgió de esta forma el famoso debate sobre el método, que hubo de ocupar gran tiempo de Menger, siendo este junto con el debate sobre la imposibilidad del cálculo económico socialista, una de las dos polémicas más importantes y preñadas de consecuencias en toda la historia del pensamiento económico.

     Para Menger, por tanto, las instituciones sociales son, sin duda, resultado de la interacción de muchos seres humanos, pero no han sido diseñadas ni organizadas conscientemente ni deliberadamente por ninguno de ellos.


     Existen tres formas de comprender el termino “historicismo”. El primero, el identificado con la escuela histórica del derecho (Savigny y Burke), el cual es opuesto al racionalismo cartesiano, es el defendido por la Escuela Austriaca en su análisis teórico de las instituciones. El segundo es el de la escuela histórica de la económica de los alemanes del siglo XIX y de los institucionalistas americanos del siglo XX, que niegan la posibilidad de la existencia de una teoría económica abstracta de validez universal, tal y como defendía Menger y los economistas austriacos. El tercer tipo de historicismo es el que se encuentra en la base del positivismo metodológico que pretende recurrir a la observación empírica (historia) para falsar o contrastar teorías y que, de acuerdo con Hayek, no es sino una manifestación más del racionalismo cartesiano que tanto critican los austriacos.  

viernes, 4 de agosto de 2017

Implicaciones Legales I

DERECHO, LEGISLACIÓN Y LIBERTAD

Friedrich A. Hayek




INTRODUCCIÓN

(Comentarios de Juan Carlos Luna Aguilera)

     La constitución debe de ser base y fundamento para la vida en sociedad.

Los problemas de la sociedad se podrían resolver cuando las élites de la humanidad lleguen a tomar conciencia de las limitaciones de la mente humana.

La división de poderes, en la forma en que nosotros la conocemos, está hecha entre los órganos legislativo, judicial y ejecutivo, y esto no ha permitido alcanzar los objetivos deseados de la sociedad.

La constitución es una herramienta muy deseada por todos los gobernantes, hoy, por ejemplo, podemos ver ese efecto en Venezuela, como el Presidente Maduro busca llegar a entronizarse en el poder por medio de una Constitución evidentemente inconstitucional.

Esto nos hace poder observar que realmente no existe una verdadera división de poderes.  Un gobierno constitucional, ósea que se basa en el constitucionalismo definitivamente tiene que ser un gobierno limitado.  Esto quiere decir que debe de ser reducido, con la finalidad de cumplir sus propósitos de la forma más eficaz y eficiente.

La idea original que está detrás de la constitución, es la de delimitar el gobierno y exigir que quienes lo ejercen respeten determinadas leyes y normas.

Todo gobierno constitucional es, por definición, un gobierno limitado. El constitucionalismo tiene una cualidad esencial: es una limitación legal del gobierno; es la antítesis de la decisión arbitraria; su opuesto es el gobierno despótico.

Mucho se dice y se espera de la democracia, todas las esperanzas descansan en las sabias soluciones que esta ofrece, pero en realidad, observamos que la democracia muchas veces es la forma de gobierno en la que la voluntad de la mayoría es determinada por una minoría, la cual general y particularmente está delimitada.

Las razones del subdesarrollo en los campos del Derecho, la “justicia” entre otros, han sido principalmente: la perdida de la fe en una justicia independiente de la coacción, no solo para evitar acciones injustas sino para alcanzar resultados particulares en favor de específicos grupos de personas; y la fusión en las mismas asambleas legislativas de la tarea de articular las normas de comportamiento con las relativas al funcionamiento del gobierno.

El mantenimiento de una sociedad de hombres libres depende de tres consideraciones fundamentales: La primera es que un orden espontaneo que se autogenerá y una organización son cosas distintas, y que esa distinción tiene una gran relación con los conceptos de normas y leyes que también son muy distintos. La segunda es que lo que actualmente suele considerarse como justicia social o distributiva sólo tiene sentido dentro de la segunda de esta clase de orden, ósea de la organización donde solo caben las leyes. La tercera es que el modelo predominante de instituciones libres, en el que el mismo cuerpo representativo produce las normas de recto comportamiento y las que regulan la acción del gobierno, conduce necesariamente a una transformación gradual del orden espontaneo de una sociedad libre hacia un sistema totalitario al servicio de alguna coalición de intereses organizados.

Se cree que la mejor forma de ayudar a las personas que lo necesitan es por medio de leyes, pero lo que en realidad se promueve son grandes negocios.

Podría parecer que la particular forma de gobierno representativo que hoy prevalece en el mundo occidental, y cuya defensa muchos consideran imprescindible por considerarla erróneamente la única forma posible de democracia, tiene una tendencia inherente a desviarse de los ideales a los que aspiraba.  Es difícil negar que, desde que se adoptó este tipo de democracia, hemos venido apartándonos de aquel ideal de libertad individual del que se consideraba la más segura salvaguardia, y que ahora nos vamos deslizando hacia un sistema que nadie desea.

La democracia en busca de garantizar la defensa de los derechos del hombre, lo que más ha logrado es limitar los Derechos que busca defender.  

No faltan indicio de que esa democracia ilimitada camina hacia el inevitable fracaso, no tanto con estrepito como con cierto gimoteo.  Tarde o temprano, la gente descubrirá que no solo se encuentra a merced de esos nuevos intereses creados, sino también que la maquinaria política del para-gobierno, que se ha desarrollado como necesaria consecuencia del estado asistencial, conduce a un callejón sin salida.

La finalidad de todo sistema debe ser enfocarse en cuales son los dispositivos constitucionales, en sentido jurídico, que mejor pueden contribuir a preservar la libertad individual, ese es el fin de todo sistema de gobierno.

En la actualidad las diferentes perspectivas de la economía, la jurisprudencia, la ciencia política, la sociología y la ética, se trata en realidad de un problema que solo puede afrontarse con éxitos como un todo. Los enfoques filosóficos siempre serán dispares, nunca se podrá llegar a un acuerdo.

En ninguna parte es tan evidente el nocivo efecto de la división en especialidades en las dos más antiguas de estas disciplinas, la economía y el derecho. Los pensadores del siglo XVIII de quienes hemos tomados los conceptos básicos del constitucionalismo liberal, David Hume, Adam Smith, lo llamaron “la ciencia de la legislación” o también de los principios de la política en el sentido más amplio del término.

Hoy existe lo que se conoce como “filosofía social”. Algunas de las principales disputas en estas disciplinas especiales versan en realidad sobre cuestiones que no pertenecen a ninguna de ellas y en relación con las cuales, por tal razón, nadie podrá hacer un análisis sistemático, y que por tal motivo se las considera como “filosóficas”, lo que con frecuencia sirve de excusa para adoptar tácitamente posturas que supuestamente no precisan de una justificación racional y ni siquiera la admiten.

Estos problemas cruciales, de los que depende no solo la interpretación de los hechos, sino también las posturas políticas, pueden y deben ser resueltos sobre la base de los hechos y de la lógica.  Son filosóficos únicamente en el sentido de que ciertas opiniones, tan populares como erróneas, se deben a la influencia de una tradición filosófica que postula una falsa respuesta a cuestiones en realidad susceptibles de un tratamiento científico preciso.

Uno de los grandes problemas de la actualidad es que se busca resolver problemas reales, con soluciones filosóficas, las cuales siempre tendrán en mente hacerlo por la vía legislativa con el ánimo de influir sobre la economía.

Muchas soluciones a los problemas sociales son propuestas desde el campo de las ciencias políticas ampliamente extendidas son fruto de una particular concepción de la formación de las instituciones sociales, que llamare “racionalismo constructivista”, concepción que presupone que todas las instituciones sociales son o deben ser producto de un diseño o plan deliberado.

No podemos buscar soluciones a cuestiones filosóficas desde el terreno de la ciencia.

No solo algunas de las diferencias científicas sino también de las más importantes diferencias políticas (o ideológicas) de nuestro tiempo derivan, en definitiva, de ciertas diferencias filosóficas básicas entre dos escuelas de pensamiento, una de las cuales puede demostrarse que es errónea.
Debemos discutir los problemas desde dos visiones, un racionalismo evolutivo o crítico y un racionalismo constructivista o ingenuo.  Tal y como lo denominara Karl Popper.

Si se puede demostrar que el racionalismo constructivista se basa en falsos supuestos de hecho, todo un conjunto de escuelas científicas y concepciones políticas podrá también descartarse como erróneas.

Es particularmente el positivismo jurídico, y la creencia con el relacionada en la necesidad de un ilimitado poder soberano, el que incurre en este error.  Otro tanto cabe decir del utilitarismo, al menos en su variante particularista o act-utilitarianism (utilitarismo de los actos); igualmente, mucho me temo que parte no desdeñable de lo que entendemos por sociología sea fruto directo del constructivismo en la medida en que dicha ciencia se propone crear el futuro de la humanidad o, como dice un autor, pretende que el socialismo es el resultado lógico e inevitable de la sociología.

 Todas las doctrinas totalitarias, de las que el socialismo no es más que la más noble e influyente, adolecen de este vicio.  Son falsas, no es razón de los valores que defienden, sino por la errónea concepción de las fuerzas que hicieron posible la Gran Sociedad y la civilización.  

No existe ningún plan que sea capaz de precisar todas las actividades que desarrolle el individuo dentro de la Gran Sociedad, es por ello que los gobernantes cuando buscan administrar una determinada actividad lo único que realmente hacen en perjudicar el desarrollo de esa actividad.

Parece haberse estancando el desarrollo de la ciencia del Derecho desde Kant y Hume, nadie como ello ha estado tan cerca de captar el carácter de los valores como condiciones independientes y orientadoras de toda construcción racional.   Los valores que el error científico tiende a destruir constituyen los fundamentos indispensables de toda nuestra civilización, incluidos los esfuerzos científicos que luchan contra ella.

La tendencia del constructivismo a presentar estos valores que él no puede explicar como fruto de decisiones humanas arbitrarias, o actos de la voluntad, o simples emociones, más bien que como las condiciones necesarias de hechos que dan por descontados quienes los sostienen, ha contribuido en gran medida a sacudir los cimientos de la civilización y de la propia ciencia, que también descansa sobre un sistema de valores que en modo alguno admiten demostración científica.

Los amigos de la humanidad han desechado la ciencia de la vida académica intelectual, con la finalidad de destruir los principios y fundamentos científicos que deben regir una sociedad de hombres libres. 

Estudio Preliminar Parte III




LA ACCIÓN HUMANA



Estudio Preliminar, Tercera Parte

Jesús Huerta de Soto

(Comentarios de Juan Carlos Luna Aguilera)

La metodología apriorístico-deductiva y la crítica del positivismo cientista:

     Es irrelevante que sea un científico o un gobernante los que vanamente intenten hacerse con la información práctica relevante en cada caso para contrastar teorías o dar un contenido coordinador a sus mandatos.

El motivo por el cual los métodos basados en “análisis de datos”, es que generalmente los resultados serán erróneos, debido a las razones que el mismo Mises da, y se explican a continuación: Primero, del inmenso volumen de información de que se trata; segundo, por la naturaleza de información relevante (diseminada, subjetiva y tacita); tercero, por el carácter dinámico del proceso empresarial (no se pude transmitir la información que aún no ha sido generada por los empresarios en su proceso de constante creación innovadora); y cuarto, por el efecto de la coacción y de la propia “observación” científica (que distorsiona, corrompe, dificulta o simplemente imposibilita la creación empresarial de información), tanto el ideal socialista como el ideal positivista o el estrechamente utilitarista son imposibles desde el punto de vista de la teoría económica.  Estos mismos argumentos son utilizados también para justificar la imposibilidad teórica de efectuar predicciones específicas.

En Economía, por tanto, tan solo podrán efectuarse “predicciones de tendencia” de tipo general, a las que Hayek denomina Pattern Predictions.

La teoría económica no trata sobre cosas y objetos materiales; trata sobre los hombres, sus apreciaciones y, consecuentemente, sobre las acciones humanas que de aquellas se deriva.  La producción no es un hecho físico, natural y externo; al contrario, es un fenómeno intelectual y espiritual.

Mises demuestra en La acción humana que se puede construir toda la ciencia Económica de una manera apriorística y deductiva.   Mises define al empresario como aquel que mira al futuro, con ojos de historiador.

Mises explica su teoría utilizando la Ley de los Rendimientos Decrecientes, esta demostración se basa en el hecho de que, si la mencionada ley no se diera en el mundo de la acción humana, el factor de producción considerado como fijo tendría una capacidad productiva ilimitada y por tanto se convertiría en un bien libre.

La economía como teoría de los procesos sociales dinámicos: critica del análisis del equilibrio (general y parcial) y de la concepción de la Economía como una mera técnica maximizadora

      Mises da un gran impulso a la teoría de los procesos dinámicos, para Mises ningún sentido tiene la construcción matemática de la Ciencia Económica basada en el modelo de equilibrio y en el que toda la información relevante, por ejemplo, construir las correspondientes funciones de oferta y demanda, se considera constante y dada.

El problema económico fundamental es para Mises otro bien distinto: estudiar el proceso dinámico de coordinación social en el que de manera continua los diferentes individuos generan empresarialmente nueva información al buscar los fines y los medios que consideran relevantes en cada circunstancia particular, estableciendo con ello, sin darse cuenta, un proceso espontaneo de coordinación.  Esto se debe a que en Economía no existen relaciones funcionales.

El gran mérito de Mises consiste en haber puesto de manifiesto que es perfectamente posible construir toda la Ciencia Económica de una manera lógica sin necesidad alguna de utilizar funciones ni, por tanto, de establecer supuestos de constancia que van contra la naturaleza del ser humano, es decir, del protagonista de todo el proceso social que precisamente pretende estudiarse.

Queda demostrado que el problema económico fundamental no es de naturaleza técnico o tecnológica, como suelen plantearlo los economistas matemáticos del paradigma neoclásico, al suponer que los fines y los medios están dados.

Los problemas económicos quedarían eliminados y sustituidos por problemas estrictamente técnicos si, como bien indica Mises existiera una relación de sustitución perfecta entre todos los factores de producción en unas proporciones dadas o bien sin todos los recursos productivos fueran completamente específicos. Fuera de estos casos todos los problemas son económicos.

Un claro ejemplo de esta consideración reduccionista propia de la economía neoclásica es el que también mencionan la sustituibilidad perfecta en proporciones fijas o el carácter puramente especifico como “únicas” características que reducen a simplemente técnicos los problemas económicos, olvidándose de que existe una tercera posibilidad, en la que ellos mismos caen sin darse cuenta y que también convierte los problemas económicos en estrictamente técnicos.

La teoría neoclásica caricaturiza el concepto de información empresarial que se da en el mercado y aunque pretenda haber dado entrada en sus modelos al carácter “imperfecto” de la información de hecho sigue anclada en el presupuesto de constancia y de plena información de las alternativas posibles.

Breve reseña biográfica de Ludwig con Mises



 Ludwig Edler con Mises nació el 29 de septiembre de 1881 en Lemberg situada dentro del Imperio Austro-Húngaro. Hoy esta ciudad se denomina Lvov y forma parte de la república de Ucrania.




Mises se doctoro en Derecho el 20 de febrero de 1906 y hasta 1914 fue uno de los más sobresalientes participantes en el seminario de Economía que Eugen von Böhm-Bawerk mantenía en la Universidad de Viena.  

También formo parte de este seminario J.A. Schumpeter, al que Mises siempre considero como un teórico excesivamente confuso y frívolo, siempre deseosos de epatar y que había caído en las redes del cientismo neoclásico.

En 1906 Mises inicia su actividad como docente en la Escuela de Estudios Mercantiles de Viena para señoritas y después a partir de 1913 y durante veinte años, como profesor de la Universidad de Viene.

En 1934 en nombrado como catedrático de Economía Internacional en la Universidad de Ginebra Suiza.

Durante la Segunda Guerra Mundial huye de Hitler y escapa a Estados Unidos, en donde adquirió la nacionalidad americana y fue nombrado profesor de la Universidad de Nueva York, puesto que desempeño hasta su jubilación en 1969.

De 1920 a 1934 Mises organizo, dirigió y mantuvo un famoso seminario de Economía en su despacho oficial de la Cámara de Comercio de Viena, en la que era secretario general y jefe del departamento de Comercio de Viena.

Ya en Estados Unidos Mises retoma los seminarios iniciando en el otoño de 1948 a la primavera de 1969.   En 1962 Mises es premiado por la Universidad de Friburgo con la medalla de las ciencias y de las artes de la República de Austria.

Ludwig con Mises falleció en la ciudad de Nueva York el 10 de octubre de 1973, después de haber publicado 22 libros y centenares de artículos y monografías sobre temas de economía.

Las sucesivas ediciones de La Acción Humana:

    La acción humana se ha publicado en doce idiomas, es uno de los tratados más ampliamente citados, sobre todo en monografías y artículos especializados sobre temas de economía en general, y sobre metodología de la Ciencia Económica y análisis económico del socialismo en particular.

Un precedente inmediato de La acción humana escrito en alemán:

     Economía: teoría de la acción y del cambio es el primer tratado sistemático de economía que escribió Mises y puede considerarse como el precursor inmediato de La Acción humana. Mises pretendió al escribir esta primera versión de su tratado recoger de una manera sistemática y omnicomprensiva toda la teoría económica del comportamiento humano utilizando para ello un lenguaje que pudiera entender cualquier persona culta.

Este primer tratado es más orientativo para el investigador, ya que goza de más profusión de notas a pie de página y, por tanto, indica con más detalle cuales fueron las fuentes que influyeron en su autor.

Las ediciones en inglés de “La acción humana”:

     La primera edición en ingles de La acción humana se publica con el título de human Action, A Treatise on Economics por Yale University enel año 1949.

Mises al llegar a Estados Unidos, a lo largo de cinco años reviso por completo y reescribió prácticamente por entero una nueva obra. Human Action se convirtió enseguida en un importante éxito editorial, de manera que, de la primera edición, que se publicó simultáneamente en Estados Unidos y en Inglaterra, se hicieron en los siguientes diez años seis nuevas reimpresiones.

En 1963 se publica también por Yale University Press la segunda edición de La acción humana.

Mises estaba muy disgustado por la gran cantidad de erratas e imperfecciones tipográficas de esta edición, por lo que llego a un acuerdo para publicar una tercera edición, en la que se subsanaron todos los errores cometidos en la anterior, que vio la luz en 1966.

Margit von Mises, (esposa de Ludwig von Mises), relata con detalle la gran cantidad de quebraderos de cabeza que los errores de esta segunda edición de La acción humana le produjeron a Mises.

Traducciones de “Human Action” en lengua no española:

La primera versión de La acción humana fuera de Estados Unidos e Inglaterra se publica en 1959 en Italia con el título de L´Azione Umana: Trattato di economía.

En 1976 aparece la primera traducción al chino de La acción humana, ha sido reeditada en Taiwan, también en dos volúmenes, en 1991.

En 1987 y 1988 una traducción al coreano de La acción humana, 1990 se publica en Brasil y en 1991 se hace una traducción al japonés.

En el año 2000 se publica en Moscú la primera traducción rusa de La acción humana, en 2006 vio la luz la primera edición checa de La acción humana y un año después, fue publicada en Varsovia la traducción polaca.