martes, 15 de septiembre de 2015

LA ACCION HUMANA (capitulo 1)

LA ACCIÓN HUMANA
Ludwing Von Mises
PRIMERA PARTE
LA ACCIÓN HUMANA




Capitulo 1. EL HOMBRE EN ACCIÓN.

1.      Acción deliberada y reacción animal:

     La acción humana es una conducta consciente, que pretende alcanzar precisos fines y objetivos; es una reacción consciente del ego ante los estímulos y las circunstancias del ambiente.

     El proceden consiente y deliberado contrasta con la conducta inconsciente, es decir, con los reflejos o involuntarias reacciones de nuestras células y nervios ante las realidades externas.

     La demarcación entre consciencia e inconsciencia resulta clara, pudiendo trazarse tajantemente la raya entre ambos mundos.   No cabe duda desde luego, negar que la voluntad humana en ciertos casos, es capaz de dominar las reacciones corporales.

El objeto de estudio de la praxeología, en cambio es la acción como tal. PRAXEOLOGÍA: Metodología que busca estudiar la estructura lógica de la acción humana, estudia en sí, las acciones que realiza el individuo en busca de un fin determinado.

La acción no consiste simplemente en preferir. El hombre puede sentir preferencias aun en situaciones en que las cosas y los acontecimientos resulten inevitables o, al menos, así lo crea el sujeto. Se puede preferir la bonanza a la tormenta y desear que el sol disperse las nueves. Ahora bien, quien solo desea y espera no interviene activamente en el curso de los acontecimientos ni en la plasmación de su destino.  El hombre, en cambio, al actuar, opta, determina y procura alcanzar un fin. De dos cosas que no pueda disfrutar al tiempo, elige una y rechaza la otra. La acción, por tanto, implica, siempre y a la vez, preferir y renunciar.

     La acción es una cosa real. Lo que cuenta es la autentica conducta del hombre, no sus intenciones si estas no llegan a realizarse.  La acción implica acudir a ciertos medios para alcanzar determinados fines.  Uno de los medios generalmente empleados para conseguir tales objetivos es el trabajo.

La praxeología, por consiguiente, no distingue entre el hombre activo o enérgico  y el pasivo o indolente.  El hombre vigoroso que lucha diligentemente por mejorar  su situación actúa al igual que el aletargado que, dominado por la indolencia, acepta las cosas tal como vienen. Pues el no hacer nada y el estar ocioso también constituye actuaciones que influyen en la realidad.

Actuar no supone solo hacer, sino también dejar de hacer aquello que podría ser realizado. Se puede decir que la acción es la expresión de la voluntad humana. 

2.      Los requisitos previos de la acción humana:

     El hombre al actuar aspira a sustituir un estado menos satisfactorio por otro mejor.  Es siempre el malestar el incentivo que induce al individuo a actuar. El ser plenamente satisfecho carecería de motivos para cambiar su estado.

     El individuo no es solamente homo sapiens, sino también homo agens. HOMO AGENS: Es el individuo que procesa la información que posee y en base a ella procura su acción.

Suele considerarse feliz al hombre que ha conseguido los objetivos que se había propuesto.  Más exacto seria decir que esa persona es ahora más feliz de los que era antes.   No cabe duda, suponer, que el hombre actúa, posiblemente de forma inconsciente, siempre para buscar su felicidad.

La acción humana pretende invariablemente dar satisfacción al anhelo sentido por el actor, lo que hace a las personas felices es una valoración subjetiva, nadie es capaz de dictaminar qué ha de proporcionar mayor bienestar al prójimo.

   Para nos el transito terrenal es un camino que conduce a la bienaventuranza eterna; pero también hay quienes en las enseñananzas de religión alguna y para nada las toman en cuenta.  La praxeología no se interesa por los objetivos últimos que la acción puede perseguir.  Sus enseñanzas resultan validas para todo tipo de actuación, independientemente del fin a que se aspire. Es una ciencia que considera exclusivamente los medios, en modo alguno de los fines.

Para la praxeología, el decir que el único objetivo del hombre es alcanzar la felicidad, resulta pura tautología, TAUTOLOGIA: Afirmación, obvia vacía o redundante.  Porque desde aquel plano, ningún juicio podemos formular acerca de lo que, concretamente, haya de hacer al hombre más feliz.

El eudemonismo y el hedonismo afirman que el malestar es el incentivo de toda actuación humana, procurando esta, invariablemente, suprimir la incomodidad en el mayor grado posible, es decir, hacer al hombre que actúa un poco más feliz.   La ataraxia epicúrea es aquel estado de felicidad y contentamiento perfecto al que tiende toda actividad humana, sin llegar nunca a alcanzarlo plenamente.  ATARAXIA: Estado de felicidad, el cual nunca se alcanza.

Sobre los instintos y los impulsos

El método utilizado por la sociología de los instintos no es idóneo para llegar a comprender el problema fundamental de la acción humana.  El hombre aparece como exclusivamente movido por un instinto específico.   Feuerbach, admite que el individuo de forma instintiva aspira a la felicidad.

En tanto que la praxeología proclama que el fin de la acción es la remoción de cierto malestar, la psicología del instinto que se actúa para satisfacer cierto impulso instintivo.  Debemos de comprender que el racionalismo, la praxeología y la economía, no se ocupan ni de los resortes que inducen a actuar ni de los fines últimos de la acción, sino de los medios que el hombre haya de emplear para alcanzar los objetivos puestos.

El hombre que actúa bajo presión emocional no por eso deja de actuar. La emoción perturba las valoraciones del actor.  Arrebatado por la pasión, el objetivo que busca la persona parece al interesado más deseable y su precio menos oneroso de lo que, ante un examen más frio, consideraría.

El individuo al ordenar en escala valorativa sus deseos y anhelos, opta y prefiere; es decir, actúa.  El hombre es el ser capaz de inhibirse; que puede vencer sus impulsos y deseos; que tiene poder para refrenar sus instintos.    A veces los impulsos son de tal violencia que ninguna de las desventajas que su satisfacción implica resulta bastante para detener al individuo.

3.      La acción humana como presupuesto irreductible

     La razón y la experiencia nos muestran dos reinos separados: el externo, el de los fenómenos físico, químicos y fisiológicos; y el interno, el del pensamiento, del sentimiento, de la apreciación y de la actuación consciente.

La acción humana provoca cambios.  La acción constituye la esencia del ser humano.

4.      Racionalidad e irracionalidad; subjetivismo y objetividad en la investigación praxeología.
      La acción humana siempre y necesariamente es racional. Hablar de acción racional, es un evidente pleonasmo, y por tanto, debe rechazarse tal expresión.  Nadie está calificado para decidir que hará a otro más o menos feliz.

Es erróneo pensar que el deseo de cubrir las necesidades perentorias de la vida o el de conservar la salud sea más racional, natural o justificado que el aspirar a otros bienes y satisfacciones. Cierto que la apetencia de alimentos y calor es común al hombre y a otros mamíferos y que, por lo general, quien carezca de manutención y abrigo concentrara sus esfuerzos en la satisfacción de esas urgentes necesidades sin, de momento, preocuparse mucho por otras cosas.

Una verdad generalizada, por no llamarla absoluta, es que, la inmensa mayoría de nosotros preferimos la vida a la muerte y la riqueza a la pobreza.  El ser humano siempre esta aspirando a otras satisfacciones. La razón humana, desde luego, no es infalible y, con frecuencia, el hombre se equivoca, tanto en la elección de medios como en su utilización.  Muchas veces el ser humano procede irracionalmente, hacia lo que cree que es lo más conveniente.   En el futuro el ser humano toma mejores decisiones en base a más conocimiento, pero eso no lo hace más racional.

La praxeología trata de los medios y sistemas adoptados para la consecución de los fines últimos. Su objeto de estudio son los medios, no los fines.

5.      La causalidad como requisito de la acción.

     El hombre actúa porque es capaz de descubrir relaciones causales que provocan cambios y mutaciones en el universo.  El actuar implica y presupone la categoría de causalidad. Por ello decimos que la causalidad es una categoría de la acción.

La categoría de medios y fines, presupone la categoría causa y efecto. Sin la utilización del raciocinio el mundo sería un caos, es por ello necesario comprender que, para actuar, el hombre ha de conocer la relación causal existente entre los distintos eventos, procesos o situaciones.

La acción del sujeto provocara los efectos deseados solo en la medida que el interesado perciba la relación de beneficio, en busca de su propio satisfactor.

Debemos de comprender que la causalidad es una categoría que solamente se relaciona con la acción.

6.      El Alter Ego

Las causas finales son siempre las primeras causas. La causa de un hecho es siempre determinada acción o cuasi acción que apunta a un determinado objetivo.

Se puede admitir que es imposible demostrar de modo concluyente la proposición que asegura que mi lógica es la lógica de todos los demás y la única lógica humana y que las categorías de mi actuar son las categorías de la actuación de todos los demás, así como de la acción humana en general.   Pensar y actuar son rasgos específicos del hombre y privativos de los seres humanos.

El máximo esfuerzo mental del ser humano debe de contraerse al estudio de la acción humana, la acción humana está íntimamente ligada  al pensamiento y eso es ligado al imperativo lógico.

El hombre solo puede acudir a dos órdenes de principios para aprehender mentalmente la realidad; a saber: los de la teleología y los de la causalidad. Lo que no puede encuadrarse dentro de una de estas dos categorías resulta impenetrable para la mente.

La razón y la investigación científica nunca pueden aportar sosiego pleno a la mente, certeza apodíctica, ni perfecto conocimiento de todas las cosas.

Sobre la utilidad de los instintos

Buena prueba de que solo hay dos vías – la de causalidad y la de la teleología – para la investigación humana la proporcionan los problemas que se plantean en torno a la utilidad de los instintos.

Hay conductas que no pueden ser definidas como acciones humanas de índole consciente, para comprender tales actuaciones nos vemos forzados a dar un rodeo y, asignándoles la condición de cuasi acciones, hablamos de instintos útiles. Entonces podemos llegar a suponer que el instinto es lo que gobierna la cuasi conducta  animal.  Nunca debemos olvidar que con la palabra instinto no hacemos más que marcar la frontera que nuestra investigación científica es incapaz de transportar, al menos por ahora.

El fin absoluto

La praxeología, como las ciencias históricas, trata de la acción humana intencional. S menciona los fines, entiende los fines que persigue el hombre al actuar; si alude a intencionalidad, se refiere al sentido que el hombre, al actuar, imprime a sus acciones.

Praxeología e historia son manifestaciones de la mente humana y, como tales, se hallan condicionadas por la capacidad intelectual de los mortales. Ni la praxeología ni la historia pretenden averiguar las intenciones de una mente.

El hombre vegetativo

Algunas filosofías recomendaron al hombre, como fin último, renunciar totalmente a la acción. Los budistas manifestaban que solamente aniquilando la consciencia, la volición y la vida es posible alcanzar la felicidad. El bien supremo consiste en rehuir tanto el pensamiento como la acción.


La misión de la praxeología no es aprobar ni condenar, sino describir la realidad. La praxeología pretende analizar la acción humana.  Se ocupa del hombre que efectivamente actúa; nunca de un supuesto ser humano que, a modo de planta, llevaría una existencia meramente vegetativa, es por ello que el individuo que no actúa es un ser vegetativo. 

No hay comentarios:

Publicar un comentario