DE LA DISTRIBUCIÓN DE EMPRESARIOS, PROFESIONES Y TIERRAS
En El mundo real la asignación de
ocupaciones se puede observar en todos los campos. Como ejemplo, un empresario de éxito contaba
que el conocía a un amigo, aun de más éxito, que sin duda podría manejar mejor
el negocio que el manejaba porque tenía ventaja en capacidad gerencial y que,
sin embargo, no lo había desplazado.
Resultaban así ambos dedicando su esfuerzo y conocimientos donde su aporte
al producto social era mayor, resulta que el más apto se dedica aquello donde
su ventaja es mayor y prescinde de trabajar en aquello donde su ventaja es
menor.
Es así que el cirujano no compite con la enfermera a pesar de que indudablemente
podrá hacer le trabajo de enfermería mejor, porque tiene una ventaja muchísimo mayor
y valiosa para la sociedad en hacer cirugía.
De manera que decide abstenerse de trabajar donde su ventaja es menor,
en enfermería.
Todos ganan, pues la sociedad entera podrá obtener mayor cantidad y calidad
de servicios médicos, gracias a esa división del trabajo.
También la Ley de Asociación no explica como en forma gradual y lenta la
propiedad de la tierra tiende a llegar a manos de quienes dirigiendo su uso
aumentan el producto social.
LA ESTRUCTURA DEL MERCADO
La división del trabajo no sucedería
sin la oportunidad de intercambiar lo producido. El sastre produce pantalones, no porque
necesite tantos pantalones, sino para conseguir los alimentos de sus hijos. Su manera de producir pan es, no haciéndolo,
sino haciendo más pantalones. Y quien siembra
las verduras no hace sus pantalones, sino que siembra verduras para tener
pantalones.
Nadie produce “excedentes”. Todo lo
que se produce es con el objeto de intercambiarlo por lo que en última
instancia se desea. La esencia es la
fluidez y dinámica de los mercados.
Todos somos dueños de recursos, todos somos consumidores, y todos tenemos
algo de empresarios. La influencia de
nuestros actos en el mercado dependerá de la función que en ese momento desempeñamos:
Como dueños de recursos competimos vendiéndolos, pues si los empresarios
los adquieren de otros ya no lograremos obtener algo a cambio de nuestros
recursos. Consecuentemente, en nuestro intento
de venderlos, pujamos para abajo los precios de los recursos.
Como empresarios necesitamos adquirir los recursos para convertirlos en
productos para el consumo y, en nuestro afán de comprarlos, pujamos para arriba
los precios de los recursos, porque si otros empresarios los obtienen nos
quedamos desprovistos. En nuestro afán de
vender pujamos para abajo los precios de los productos, compitiendo con otros
empresarios para satisfacer a los consumidores.
Como consumidores acudimos al mercado para obtener los medios de satisfacer
las necesidades las de nuestra familia, y en ese afán estamos buscando siempre
los mejores precios.
Toda la coordinación que se realiza dentro de un mercado es determinada por
el sistema
de precios.
Cuando el derecho de propiedad está asegurado por la ley y por la gestión del
gobierno, es a través del fenómeno de mercado que se seleccionan esos
dirigentes.
El único que puede despedir al empresario es el cliente. Los empresarios actuaran por el incentivo de
mejorar su propia condición, pero como solamente podrán tener éxito satisfaciendo
deseos ajenos, de acuerdo con criterios ajenos, entra en juego el mecanismo de
la ley de ventaja comparativa.
LA DISTRIBUCIÓN
DE LA RIQUEZA
El estado natural del hombre es
la pobreza. La riqueza es artificial, la riqueza es el resultado de la aplicación
del trabajo e ingenio del hombre en cooperación social. Muchos son los ejemplos de empobrecimiento de
sociedades enteras, como los países que adoptaron el Socialismo en el siglo XX.
LA TENENCIA DE
LA RIQUEZA
La forma en que está dividida la tenencia de riqueza (en un momento dado, pues cada momento cambia), generalmente se
estudia dividiendo la población entre cinco grupos de acuerdo a sus
ingresos. Tenemos así el quintil más
rico, el más pobre, y tres quintiles en medio.
La división en quintiles, si bien es útil para estudios demográficos
relacionados con la tenencia de la riqueza, siempre es relativa, pues siempre
se podrá dividir una sociedad en quintiles, no importa si se trata de una
sociedad muy rica o muy pobre.
La representación grafica piramidal de la distribución de la riqueza
siempre será irregular (trapezoidal) en tanto no sean todos los ingresos
exactamente iguales, pues siempre habrá una minoría de personas con ingresos
menores que el promedio y otra con ingresos mayores. Adentro de esa pirámide no hay estratos
fijos, pues unas personas van para arriba y otras para abajo.
La riqueza no es una cantidad fija. Solo tenemos que observar a nuestro alrededor,
para notar que la riqueza se crea día a día, y siempre hay más. No solamente el total es mayor, sino con el
tiempo todos tienen más. El pastel es más
grande y a cada uno, además, le toca mayor tajada.
Obviamente esos aumentos de toda una población no podrían ser generales si
la actividad económica de la sociedad fuese un “juego de suma cero”, en el cual
lo que unos ganan es lo que otros pierden.
Como hemos visto el aumento de la riqueza es el resultado del
enriquecimiento mutuo.
A medida que el liberalismo del renacimiento fue rompiendo las estructuras
clasistas rígidas, se comenzó a dar cada vez mayor movilidad entre niveles de
ingreso, y actualmente el proceso es muy dinámico.
En una sociedad basada en el respeto al derecho de propiedad -una sociedad
de mercado- la distribución de la
riqueza ocurre encontramos muchos que están fuera del control de la
persona. El principal factor es el
desempeño propio de la persona, el cual si esta bajo su control y su
responsabilidad, pero también inciden otros factores, como la suerte, la gente
que conoce, las circunstancias del nacimiento, las dotes personales, el país donde
vive, el estado de progreso de época o lugar y muchos más.
La suerte juega un papel importante, pues las oportunidades se dan en forma
circunstancial y en ocasiones imprevistas, y otras cuyo aprovechamiento ya dependerá
del talento y audacia de cada quien.
Cuando la sociedad se hace más compleja es fácil perder de vista que lo
fundamental sigue siendo válido: que la gente tiene lo que produce, o lo que
puede obtener a cambio de lo que produce.
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